sábado, 6 de noviembre de 2010

The Town (Ciudad de Ladrones) Ben Affleck





Cuando creíamos que Ben Affleck se limitaría a par de comedias románticas por año, el actor, ya oscarizado por el guión de El indomable William Hunting (1997), nos sorprende con su vuelta a la dirección con The Town (Ciudad de Ladrones).

Cual ave fénix, Affleck deja atrás su faceta más mediática de la época JLo , cosa que afectó muy negativamente a su carrera, y sus sonadas farras para encauzarse de nuevo en “un cine de calidad”, tal y como su íntimo amigo Matt Damon viene haciendo en los últimos tiempos.

The Town nos presenta el pueblo de Charlestown y su larga tradición de ladrones, en los que se encuentra la pandilla irlandesa de Doug MacRay (Affleck) , especialistas en asaltos a bancos y furgones, que actúan con una precisión pasmosa siempre con máscaras curiosas. En uno de estos asaltos, de manera excepcional, se llevan a Claire (Rebecca Hall) como rehén hasta una playa cercana dónde la liberan. Este acto ocasional pone en jaque a la pandilla, entre la que se encuentra James Coughlin (Jeremy Renner) mejor amigo de Doug, ya que ella puede colaborar con el FBI y testificar en contra de James a partir de un tatuaje visto durante el atraco.


Doug empezará a seguir a Claire, tal y como James pidió, pero no estaba en el plan que una historia de amor surgiese entre rehén y secuestrada. El resto de la historia es más viejo que la tos: el buen ladrón (Doug) y el mal ladón (encarnado por un magnífico Jeremy Renner, interpretando como nadie a un macarra irlandés violento e impulsivo), la chica que redime al chico, la amistad entre el buen y el mal ladrón en peligro después de la intrusión de la chica, la tortuosa infancia del buen ladrón. En definitiva, amor redentor, amistad, venganza y ambición orquestrado por el capo mafioso irlandés del barrio, El florista (Pete Postlethwaite) y con un claro regusto a Heat (1995)


Aún cargado de estereotipos, Affleck compone una historia bastante sólida, con muy buenas escenas de acción, sobre todo en los primeros 45 minutos, cargados de adrenalina gracias a los primeros y primerísimos planos, muy veristas gracias a la steady cam y llena persecuciones y tiros a gogo en la segunda parte.

Curioso también el binomio “TV meets Cinema”, gracias a las actuaciones de conocidos televisivos como Jon Hamm (imposible no pensar en Don Draper de “Mad Men”), Titus Wellives (actor secundario más conocido por interpretar a la Némeis en la serie de culto “Lost”) y Blake Lively (la pijísima del Upper East Side ,Serena Van der Woosen de Gossip Girl )junto con actores consagrados como Chris Cooper, Pete Postlethwaite o el mismo Ben Affleck a pesar de sus muchos altibajos.


Pelicula de acción al uso, con un semi happy ending algo decepcionante, pero que nos augura esperanzas para ese joven prodigio que fue Affleck una vez. No transciende pero entretiene.

lunes, 25 de octubre de 2010

"Monsters" Gareth Edwards (2010)




Es bastante habitual dentro de la historia del cine, que las historias de amor se enmarquen en situaciones catastróficas, de terror o riesgo, sobre todo si hablamos del cine de acción más mainstream. Dentro del cine independiente está conjunción es más peregrina.

Monsters no es ni de lejos una película de acción mainstream, con una pareja protagonista que, a ritmo adrenalínico, va saltando obstáculos, o, en este caso, cosiendo a balazos a cada monstruo alienígena que se le ponga al paso. De hecho Monsters, aunque así nos la vendan en su tráiler, no es exactamente una película de invasiones alienígenas.



Corren por Monsters dos líneas discursivas paralelas: La primera y principal, el encuentro de la pareja Sam (Whitney Able) y Kaulder (Scoot McNairy) y su progresivo enamoramiento. La segunda la invasión alienígena, con un claro regusto a esas películas de serie B que Estados Unidos concibió bajo un estado de tensión permanente en plena Guerra Fría.

Empezando por la segunda línea ni que decir cabe que se produce un eco entre películas como Distric 9 o la recién estrenada Machete, sin olvidar ese eco más lejano que nos remonta a películas como Them (1954). Estas tres películas (aunque la más alejada en cuanto a género sea Machete) nos hablan exactamente de lo mismo: del miedo al otro, su desconocimiento y su rechazo absoluto. No es baladí que las tres ficciones ocurran en territorios conflictivos como Sudáfrica o México, dónde los conflictos raciales y el miedo a la expulsión están siempre presentes o han estado a lo largo de su historia. Los monstruos, que ellos llaman “criaturas” en un acto de despersonalización y desconocimiento absoluto, aunque hayan pasado 6 años de su llegada, son, efectivamente “los otros”, los mexicanos invasores a los que hay que censurar su entrada en Estados Unidos (recordando la polémica Ley de Arizona, como así también lo hace Machete), a los que hay que ponerles un muro de contención si hace falta y a los que hay que disparar sin pensarlo dos veces sin ni siquiera molestarse en saber por qué han venido, qué buscan y cuáles son sus intenciones.



Por otro lado, tenemos a los dos protagonistas, que, a su manera, son también dos alienígenas en tierra extraña. Él es un fotógrafo que deberá acompañar a la hija de su jefe a lo largo de la zona infectada para llegar a “casa”. Pronto se darán cuenta de que aquello que llaman casa ya no lo es tanto y que en realidad, a medida que se aproximan a ella físicamente se sentirán más alejados. No les espera nada que les haga felices. Su condición de extraños los acercará mediante diálogos intimistas, muy naturales, cercanos a Linklater o Mendes en su Away we go.


El clímax de su relación, llega justo cuando visualizan y penetran el muro de contención que rodea la frontera de EE.UU (ese muro que los protege, pero también los aísla y los enjaula). A la espera del rescate por parte del ejercito en una gasolinera abandonada aparecen dos “criaturas”. Una se alimenta de la corriente o de los rayos catódicos de la televisión de la estación de servicio (una crítica tal vez a la falsa utopía que ven los inmigrantes en la caja tonta), otra parece ir en su búsqueda. Ambas, temibles, parecen reconocerse, palparse, saludarse, incluso besarse afectuosamente, como amantes o como madre e hijo, antes de huir cada una por su lado, ante la inminente llegada del ejercito. Este saludos, “humaniza” a las criaturas, nos las acerca y nos la hace más comprensibles, al menos para Sam y Kaulder, que visualizan la escena pasmados, emocionados e incluso identificados con los monstruos, su soledad y su incomprensión del mundo que les rodea.

En resumen, una bellísima historia de amor en un marco hostil, alejada de las películas de invasiones extraterrestres al uso. Altamente recomendable.


Nombre: Monsters (2010)

Duraciòn: 94 Minutos

Pais: Inglaterra

Estreno: 29 de Octubre 2010 – USA

Director:Gareth Edwards

Guion:Gareth Edwards




sábado, 16 de octubre de 2010

"La Red Social" David Fincher




Definitivamente La Red Social no es una película sobre Facebook, no es un biopic al uso, ni mucho menos una crítica a la sociedad actual embebida por internet y sus diversas redes sociales.


Fincher, ya bastante acostumbrados nos tiene a presentarnos como protagonistas a outsiders, freaks (en el sentido de monstruoso, como en El curioso caso de Benjamin Button ) asesinos (Seven, Zodiac) o parias . Esta es una película sobre uno de estos personajes: Un geek de Harvard con un potencial e una imaginación portentosa, la cual desborda los límites de la “ética” para llevar acabo el que viene siendo, no solo una de las empresas más rentables de la década (con 500 millones de usuarios) sino uno de los hallazgos tecnológicos que han reinventado nuestra manera de comunicarnos no solo en la red si no fuera de ella (¿a cuántos de nosotros ya no nos preguntan por nuestro teléfono sino si tenemos facebook?).





Con unos diálogos que envidiaría hasta el mismísimo Howard Hawks, Aaron Sorkin (el cual hace un cameo como publicista), guionista entre otras cosas de El ala oeste de la casa blanca o La guerra de Charlie Wilson, nos presenta un texto que debe pesar al menos 5 kilos(!). Ya desde la primera escena nos marca un rítmo trepidante, subrayado por el plano/contra plano , con unos actores que parecen seguir un cuatro por cuatro de un metrónomo interno.


A Jesse Eisenberg, que le han regalado este caramelo hecho personaje, encarna a un Mark Zuckerberg que ya no es Mark Zuckerberg, si no algo más. Desde luego hablamos de un personaje “bigger than life”. Cuando pensemos en el creador de Facebook será inevitable pensar en el deslenguado Jesse de mejillas sonrojadas, al igual que muchos cuando pensamos en Van Gogh lo hacemos poniéndole la cara de Kirk Douglas. Eisenberg nos recrea a un programador freak, con mente genial, lengua vivaraz y mucha sed de crear y crecer con unas dosis de infantilismo exacerbado y una falta absoluta de eso que llaman “social skills”.





Por una rabieta de despecho tras la ruptura con su chica, crea en una sóla noche un programa que comparte con todo el campus dónde se comparan chicas “buenorras” de la Universidad. Facebook parece surgir de otra pataleta de crio, esta vez porque su mejor amigo ha sido elegido en un prestigioso club univesitario. La ambición y el despecho es el caldo de cultivo que le llevará a robar (robar, sí) la idea de los gemelos Winklevoss (ambos interpretados por Armie Hammer) que encarnan el “espíritu Harvard” y que son el contrapunto de Mark. Aquello que realmente repulsa, la casta social de una de las universidades más prestigiosas del mundo, los trajeados que llegan a las altas esferas de la sociedad, a los altos cargos, los que se convertirán en nuestros mandatarios. Mark propina una patada a esta estirpe para, trepando por encima de sus espaldas (tal y como él crítica una vez esta intención a los gemelos), colocarse en la mismísima cima, siendo, a los 26 años el milmillonario más joven del planeta.
Fincher, despliega un elenco de personajes que, ni son simpáticos, ni agradables y, tal como dice la abogada en el dialogo final “se esfuerzan por ser gilipollas”, pero dotados de una complejidad y profundidad que pocas veces podemos ver en el cine. No obstante la película no solo la mantienen los personajes sino un tratamiento de la imagen excelente una atrevida selección musical, el trepidante montaje con la superposición de tiempos pasado y presente sólo interrumpido por ese pasaje con el que nos obsequia Fincher para coger aire como la secuencia de la competición de remos a ritmo de Grieg.





No se si La red Social es aquello que han tildado de obra maestra o puro cine, puede que sí sea un poco de las dos cosas, de lo que no cabe duda es de que tenemos en las pantallas un producto elaboradísimo hecho con la misma pasión, dedicación y casi diría obsesión a la que Zuckerberg dedicó a la creación y desarrollo de Facebook. Y cuando las cosas están hechas con pasión es entonces cuando se crean verdaderas obras de arte.


Título: La red social
Título original: The Social Network
Web oficial: http://www.thesocialnetwork-movie.com
Dirección: David Fincher
Producción: Donald Graham Burt
País: Estados Unidos
Año: 2010
Fecha de estreno: 2010-10-15
Duración: 120 minutos
Género/s: Drama, Histórico
Reparto: Rooney Mara, Andrew Garfield, Jesse Eisenberg, Rashida Jones, Brenda Song, Justin Timberlake, Joseph Mazzello, Malese Jow, Caleb Landry Jones, Max Minghella
Guión: Aaron Sorkin
Fotografía: Jeff Cronenweth
Montaje: Angus Wall, Kirk Baxter

sábado, 3 de julio de 2010

"Air Doll" Hirokazu Kore-eda (2009)




No es la primera vez que Hirokazu Kore-eda me sorprende, ni tampoco la primera que me emociona. Lo que más me maravilla de las obras de Kore-eda es la extraña proximidad y la familiaridad que se establece con los personajes, con el entorno, con los paisajes y a veces incluso con las costumbres, aunque se trate de una cultura totalmente diversa de la propia, tan lejana y tan inaccesible en muchos casos. Es capaz de subrayar aquello que nos es común a todos, aquello que nos une y nos hace iguales.


En Air Doll adapta una un manga (extraño en él, ya que basa sus películas en guiones originales) La figura neumática de una chica, de Yoshiie Gouda, de apenas 20 páginas, dónde la muñeca hinchable, de nombre Nozomi, cobra vida y descubre el mundo a su alrededor y los avatares de tener un corazón.
Nozomi (interpretada por la fascinante actriz coreana Doo-na Bae), la muñeca hinchable que una mañana cobra vida, es, como la mayoría de las muñecas sexuales, un objeto para aliviar el deseo sexual, pero también la sustitución de algo real, un simulacro. Su dueño, Hideo (Itao Itsuji), la trata como a una “novia”, habla con ella, la lleva a pasear por la nieve, le cuenta historias. Es la sustitución de su ex novia, también llamada Nozomi.





Cuando Nozomi despierta (como “Pinocho”), sale a recorrer las calles de Tokio, de los barrios más tradicionales de Tokio de hecho. Actua como una niña, actitud que contrasta con su verdadera función sexual. Se maravilla con las botellas de vidrio que los vecinos lanzan al contenedor, las luces, las tiendas y el video club. Es allí dónde conocerá a Junichi (Arata), el joven dependiente de video club del que se enamorará y de la mano de quien conocerá aquello que le rodea.

Con su curiosidad insaciable, Nozomi, irá uniendo invisiblemente las vidas de los personajes que la rodean cuyo nexo común es la soledad e irá descubriendo también, que el hombre es capaz de cosas maravillosas pero también de las bajezas más miserables. Nozomi se siente utilizada (al fin y al cabo es objeto sexual) y ninguneada. Con la amargura del descubrimiento del dolor va a visitar a su creador (¿una representación de Dios?), un artesano que le muestra su origen y el amor que siente por sus criaturas. Imposible no emocionarse ante la pregunta que le plantea a Nozomi “¿Todo lo que has conocido es triste?”.





Kore-eda deriva entre el cine fantástico y el costumbrista , con un deje documentalista proveniente de sus primeros años como cineasta. Air Doll es una maravillosa metáfora del descubrimiento de la vida, del paso de la infancia a la adolescencia, edad clave de los descubrimiento s y aprendizajes, la educación sentimental, el amor (“Tener corazón era tan desgarrador” dice Nozomi en una de sus reflexiones junto al río) el sufrimiento y curiosamente también el cine. El cine que, al igual que la literatura, nos ayuda a situarnos en el mundo, a encontrar nuestro lugar e incluso a responder algunas de las preguntas fundamentales de ser humano. El cine y también el erotismo o el descubrimiento de la sexualidad (una de las escenas más eróticas es aquella en la que Junichi hincha a Nozomi con su propio aliento) como vehículo de conocimiento y reconocimiento.

Air Doll
es una joyita preciosista y delicada, con una fotografía sumamente cuidada (el operador es ni más ni menos que Ping Bing Lee, responsable de la fotografía de In the mood for love) y unos movimientos de cámara precisos y abundantes (bastante extraño en Kore-eda). Lo único que chirría es, además de la voz en off de Nozomi excesivamente didascálica, la escena bizarra final entre Junichi y Nozomi, algo completamente evitable que, en su ausencia hubiera redondeado esta historia de amor, erotismo, dolor y descubrimiento.

lunes, 26 de abril de 2010

"The Ghost Writer" Roman Polanski (2010)





Más allá de la polémica, si hay algo de lo que no cabe la menor duda es de que Polanski es un director con una fuerte personalidad propia y un sello muy particular que sabe imprimir en cada una de sus películas, ya sean adaptaciones de clásicos (Macbeth, Oliver Twist), best sellers (La novena Puerta, The Ghost Writer...) o guiones originales (Repulsión).

El escritor, en original The Ghost Writer, título más rico en connotaciones que el español, activa en Polanski, los mecanismos del cine que mejor sabe hacer, ese con sus dejes, sus tics, sus guiños. Nos narra la historia de un escritor de segunda pero resolutivo (Ewan McGregor),que deberá reescribir las memorias del ex-primer ministro británico, Adam Lang, interpretado por un sorprendentemente correcto Pierce Brosnan, acusado de “guerra ilegal”, algo que nos remite automáticamente a la figura de Tony Blair. Bajo un total secretismo y altas medidas de seguridad, el “negro” o escritor fantasma (del que apenas sabemos su nombre) se trasladará a la pequeña isla de la costa este de Estados Unidos donde se refugia Lang, junto a su mujer (Olivia Williams), activista política y asesora de su marido, y una corte de secretarias, ayudantes y personal de seguridad. Allí, tras leer el manuscrito y retomar las pesquisas de su sucesor, otro escritor cuyo cadaver fue hallado en la orilla tras coger el ferry, único transporte para poder salir de la isla, empezará a atar cabos siniestros del pasado y del presente del ex-primer ministro.




Pero lo importante del film no es tanto el guión, film noir que sigue la estructura hitchcocktiana del macguffin, si no como nos lo presenta Polanski, con una maestría y unas ganas de disfrutar haciendo cine que pocos cineastas actuales poseen. Polanski hace avanzar al personaje principal en la trama, moviéndose instintivamente, arrastrado por las circunstancias (magnífica secuencia en la que McGregor sigue a ciegas las indicaciones que le marca el GPS, en una suspensión casi completa de la voluntad). El escritor, convivirá junto con Lang, en su especie de casa/bunker (atención a la importancia de los espacios en Polanski), fría, aislada pero a la vez nos da la sensación de desprotección, con sus grandes ventanales sin persianas, que nos muestran un paisaje árido, desolador, de cielos grises y tormentosos, como si de un escenario se tratara, acentuado por una luz plomiza y artificial.

A esta artificiosidad se le suma una sensación de “extrañamiento” creado por la música, algo irónica de Alexandre Desplat, los diálogos, cargados de sarcasmo e cínicamente divertidos (sobre todo entre el escritor y la mujer del ministro), toques de humor (la recepcionista, el editor) y una importancia indecente a los personajes secundarios (claro divertimento) como el que se le da en ocasiones al encargado de mantenimiento, la sirvienta (con sus miradas suspicaces y sus entradas furtivas) y claro está, a la secretaria Amelia Bly (Kim Cattrall, rescatada de los abismos de “Sex and the city”). Es curioso, a su vez, el empleo “maléfico” de las figuras femeninas en el film (¿venganza quizás?), todas parecen saber más de lo que parece, todas parecen controlar y ejercer su poder de forma astuta y racional.



Abundan las autoreferencias y los homenajes (a Hitchcock sobre todo). ¿Cómo no pensar en “La muerte y la doncella” al ver los paisajes?, ¿cómo no remitirse al protagonista de “La novena puerta” y sus rocambolescas investigaciones?, ¿A caso el escritor no se mueve por una casa fantasmagórica como la de “La semilla del diablo”?

Más allá de un argumento, de si es una crítica política u otra descabellada (aunque no por ello menos inquietante y en ocasiones cierta) teoría del complot, se trata de una pieza divertida, personal y bien estructurada. Destacaría la escena final, fuera de campo, con las hojas volando por la calle, indomables, como aquellas mismas hojas que el criado intenta barrer del porche de la casa. Tarea estéril, tanto la del sirviente como la del escritor y la trama en sí. Un desenlace “absurdo” para mayor gloria de su casi perfecta ejecución.





El escritor
(The ghost writer)

Drama - Misterio - Thriller
Alemania - Francia - Reino Unido - USA
128 minutos
Año: 2010
26/03/2010

Página Web
Aurum

Ficha técnica
Director ROMAN POLANSKI
(+)

Reparto
Ewan McGregor El Escritor
Kim Cattrall Amelia Bly
Olivia Williams Ruth Lang
Pierce Brosnan Adam Lang
Timothy Hutton Sidney Kroll
Tom Wilkinson Paul Emmett
Robert Pugh Richard Rycart
James Belushi John Maddox
Eli Wallach Anciano

jueves, 11 de marzo de 2010

"An Education" Lone Scherfig (2009)




En la Inglaterra pre-beatles, Jenny (Carey Mulligan, nominada al Oscar por esta interpretación) prepara sus exámenes de último curso, bajo la estricta supervisión de su padre (Alfred Molina), y así ingresar en Oxford. Todo entretenimiento, aunque fructífero, como el violonchelo, es una actividad prescindible y superficial para su padre. Jenny, a sus 16 años, sueña con ir a París y convertirse en una sofisticada señorita, mientras chapurrea el francés con sus amigas y canta canciones de Juliette Greco.






Estos sueños se volverán realidad cuando conozca a David (Peter Sarsgaard), un maduro soltero, que la introducirá en un mundo de glamour, dandismo y sofisticación con viaje a París incluido. David, sin embargo, esconde un amargo secreto, que pronto terminará en un profundo desengaño



Este es grosso modo la sinopsis de An education, film de la directora danesa Lone Scherfig, que ya nos sorprendió años atrás con un “Dogma” llevado a la comedia romántica con Italiano para principiantes y su otro film más célebre Wilbur se quiere suicidar. Una película alejada por completo de la estética dogma, muy clásica, muy correcta, como las de antes. Una iluminación brillante, cristalina, unas interpretaciones clásicas, con mucho diálogo, muy cuidado. Obvio, ya que el guión corre a cargo de Nick Hornby (basado en el ensayo autobiográfico de la periodista Lynn Barber) y se nota. Hornby crea personajes psicológicamente complejos, estructurados y completos, además de aderezarlo con sutiles toques de cultura popular y cinematográfica.



Scherfig
nos presenta, con delicadeza y encanto (quizás algo idealizado) tanto el ambiente de una época como la abrupta transición que realiza Jenny pasando de la tierna juventud a la vida adulta sin pasar por la efervescente adolescencia. Podría considerarse un film de “coming on age”, donde la protagonista madura a través de diferentes experiencias, algunas traumáticas (la verdadera identidad de David, su profesión) , otras deliciosas (los conciertos de jazz, los viajes a París, las escapadas…). Jenny, deberá ser capaz de elegir un camino, ser consecuente con ello y más tarde ser lo suficientemente madura para reconocer su error, rectificar y continuar adelante.





An education es clara. No pretende deslumbrar, ni aportar nada nuevo, es más, vuelve atrás la mirada en aras de unas interpretaciones más que clásicas. Puede resultar algo acartonada y previsible, incluso moralmente ambigua o pseudo feminista, ya que Jenny, tras el desengaño decide no casarse con David y volver a su vida de estudiante para granjearse un futuro por y para ella misma en Oxford, pero a su vez, dejando toda una serie de experiencias que van más allá de sus estudios, y de las que luego, en esa frase final, parece ignorar. Jenny plantea la posibilidad para una mujer de ser algo más que ama de casa o maestra. Con su seguridad y autosuficiencia redirige su vida hacia un patrón alejado del de sus progenitores que desembocará en el inicio de la revolución sexual que sacudirá los cimientos de la sociedad occidental.

Título: An Education
Titulo original: An Education
Nacionalidad: Inglaterra
Año: 2009
Duración: 95 min
Clasificación:
Género: Biográfica
Color: Color
Fecha de estreno: 26/02/2010
Director:

Lone Scherfig
Guión:

Nick Hornby sobre el ibro de Lynn Barber
Intérpretes:

Carey Mulligan, Peter Sarsgaard, Alfred Molina, Dominic Cooper, Rosamund Pike, Emma Thompson, Cara Seymour, Sally Hawkins, Olivia Williams
Música:

Paul Englishby
Fotografía:

John de Borman
Montaje:

Barney Pilling
Distribuidora:

Sony Pictures

lunes, 1 de marzo de 2010

"Shutter Island" Martin Scorsese (2010)






“Shutter Island
” lo tenía todo para ser una película redonda. Una adaptación de la novela de David Lehane, del que ya se han hecho otras adaptaciones cinematográficas de sus novelas como Mystic River o Gone, baby Gone, una historia que podía dar mucho de sí, actores de la talla de Ben Kingsley, Max Von Sydow, Leonardo di Caprio (con el que ya trabajó en El Aviador y en la magnífica Infiltrados), Mark Ruffalo, Patricia Clarckson o John Caroll Lynch . Contaba con su montadora habitual Thelma Schoonmaker, contaba con todo un bagaje cinéfilo y con el beneplácito de productores y distribuidores, y a pesar de todo ello Scorsese nos presenta una película correcta pero cansina, de gran calidad formal pero carente de peso, de ritmo en muchas ocasiones que se acentúa debida a su larga duración y a las muchas escenas innecesarias o carentes de relevancia.

La narración empieza in media res, con Teddy Daniels (Leonardo Di Caprio), atormentado policía federal con severos traumas causados por su experiencia en la liberación del campo de concentración de Dachau, diciéndose a si mismo “que no debe perder la cabeza”, mientras se refresca la cara contra el mareo que le produce el ferry que le lleva a “Shutter Island”, donde se encuentra el Ashecliffe Hospital, una institución a medio camino entre un psiquiátrico y una prisión de alta seguridad. Teddy junto con su compañero, Chuck (Mark Ruffalo) debe investigar la misteriosa desaparición de Rachel Solando, una paciente acusada de haber ahogado a sus tres hijos en un lago y que parece haberse esfumado como por arte de magia de su celda.

Pronto se ven envueltos en una serie de incongruencias y sospechas que llevarán a Teddy a pensar que el Hospital no es más que una institución donde se practican los más escabrosos experimentos, en una suerte de intercambio de conocimientos con nazis exiliados, como así le insinúa al doctor Naehring (Max Von Sydow), doctor alemán residente en Ashecliffe. La investigación de Teddy se vuelve obsesiva y torpe, creyéndose incluso manipulado y drogado por los propios doctores.

Lo que en un principio se nos presenta como una narración que sigue los parámetros clásicos del cine negro, o bien la típica estructura del whoduit, con ciertas connotaciones de la teoría del complot gubernamental, acaba siendo, tras un giro rozando lo paranormal, un juego de espejos evidente desde los primeros minutos de película. Ya Teddy en el ferry nos da la clave, así como sus recurrentes sueños y alucinaciones.

Scorsese ha querido sorprendernos con su incursión en una nueva temática, pero pese al esfuerzo y profesionalidad, así como pese a las numerosas citas cinéfilas, sobre todo a Hitchcock (en el plano de la ducha, o la escena de la escalera de caracol del faro) la cinta no alcanza la perfección narrativa de algunas de sus anteriores producciones. Una auténtica pena, ya que, como he comentado anteriormente, la historia podría haber dado mucho más jugo si no se hubiese alambicado en su propia estructura, como si el mismo Scorsese fuese ese policía atrapado en los corredores del Pabellón C.




Título: Shutter Island

Título original: Shutter Island

Año: 2010

Duración: 138 minutos

País: EE.UU.

Género: Thriller, Drama, Misterio

Estudio: Paramount Pictures, Vértice Cine

martes, 9 de febrero de 2010

"La Cinta Blanca" Michael Haneke (2009)




Theodor W. Adorno, en uno de sus escritos sobre pedagogía se preguntó una vez qué mecanismos harían posible que una monstruosidad como el nazismo volviese a ocurrir. Buscar las razones políticas o históricas del nazismo es un trabajo duro pero posible, buscar las razones humanas, es decir, cómo llegó el alma humana a corromperse a tal extremo, cómo los valores básicos se pudrieron dando paso a una amoralidad perversa es prácticamente imposible. No obstante es justamente eso lo que ha pretendido hacer Michael Haneke en “La cinta blanca”. Estamos en un pequeño pueblo de Alemania hacia el 1913, dónde el accidente a caballo del médico del pueblo, al parecer intencionado, rompe la aparente armonía de la comunidad. El pueblo es gobernado por un barón y su familia y supeditado al ritmo que marca el trabajo de la tierra. Cada familia tiene varios hijos, que coinciden en el coro de la iglesia: los hijos del pastor sufren en sus carnes la rígida y represiva educación de sus padres, con castigos físicos y humillaciones, sin atisbos de compasión o cariño. Están los hijos del médico, una muchacha sacrificada que cuida a su pequeño hermano mientras sufre los abusos de su padre, el médico. Una familia de campesinos cuyos hijos, ante la injusticia del barón, destroza la cosecha de coles, una comadrona cuyo hijo sufre una disminución psíquica y es, a su vez, la amante del médico a la que desprecia y maltrata. Por último tenemos la figura conciliadora del maestro de escuela, (que es, a su vez, el narrador de la historia en voz en off, algo que en cierta manera lanza un paralelismo com “Dogville” de Von Trier) enamorado de la niñera de los hijos del barón: una muchacha tímida que encarna la inocencia y la pureza. Poco a poco, los “accidentes” y las brutalidades (la quema de un granero, el secuestro y maltrato del hijo del barón y del hijo retrasado de la comadrona) se suceden en el pueblo sin saber quien es el ejecutor.

En un clima de desconfianza, bajezas morales, abusos, castigos, venganzas y represiones crecen estos niños como el trigo en las cosechas. ¿Fueron estos los “mecanismos” que engendraron la semilla del mal en la Alemania pre-nazi?. Esto mismo se pregunta Haneke de forma magistral.

Con un blanco y negro que recuerda irremediablemente a Dreyer y una utilización del paisaje como metáfora que nos remite a Tarkovsky , Haneke ha querido con “La cita blanca” explorar los recovecos del alma de cada uno de los personajes mediante la narración de un cuento perverso. Almas emponzoñadas, viles, inmisericordes…ni el maestro, al parecer más concienzudo y con un sentido de la justicia a primera vista más desarrollado, se salva de la bajeza moral, cuando, tal y como hicieron muchos durante el auge del nazismo, acepta el consenso final sin rechistar y da media vuelta, sin escarbar en los hechos que predice, para vivir su vida con su mujer. Somos nosotros, de hecho, los espectadores, a los que Haneke nos obliga a mirar de frente en el plano final, donde vemos, congregados, a todos los habitantes del pueblo, incluido los niños.

Hay pasajes que ponen los pelos de punta y lo primero que a una le viene a la cabeza es a Bergman, sobre todo la conversación desgarradora y humillante entre el médico y la comadrona (¿a caso este diálogo desentonaría en “Gritos y Susurros”?. Para nada.) o el plano fijo enmarcando la puerta tras la que se están ejecutando los castigos a los niños mientras oímos sus gritos de dolor (¿a caso no recuerda esto a “Fanny y Alexander” o “La hora del lobo”?).

En una época de fuegos artificiales, de montañas rusas en 3D, en una época donde prima el pasmo y el más difícil todavía, es un lujazo encontrarse con esta joya que te reconcilia con el cine actual y te llena de esperanza. Una película sutil, profunda y, a su vez una bellísima metáfora de aquello que tiempo atrás Hannah Arendt denomino como “la banalidad del mal”.



Título V.O.: Das weisse band
Año de producción: 2009
Distribuidora: Golem
Género: Drama
Clasificación: No recomendado menores de 13 años
Estreno: 15 de enero de 2010
Director: Michael Haneke
Guión: Michael Haneke
Fotografía: Christian Berger
Intérpretes: Ulrich Tukur (El barón), Burghart Klaussner (El Pastor protestante), Steffi Kühnert (La esposa del Pastor), Christian Friedel (Profesor del colegio), Leonie Benesch (Eva), Ursina Lardi (La baronesa), Michael Kranz (El profesor en casa)

martes, 2 de febrero de 2010

Huelga de cine


Partiendo de la base de que la industria cinematográfica en este país está practicamente en pañales (bueno, no exageremos, digamos que acaba de hacer la comunión) no favorece para nada una ley como la que obliga a que el 50% de las películas, que superen las 20 copias, distribuidas y exhibidas en Catalunya sean dobladas o subtituladas en catalán.

Los abanderados de la causa dicen que “garantiza la libertad lingüística y cultural”, que “se defiende el derecho de los catalanes de ver cine” en su lengua. Los exhibidores, en su mayoría, temen que esta ley les hará perder dinero (sólo un 2’9% de los espectadores escogen al opción en catalán), los distribuidores amenazan con no acatar la ley por lo que, los exhibidores, ante el incumplimiento, deberán cerrar sala. Sea como sea, el cine y sus espectadores sale perdiendo, porque ¿Quién defiende al cine?.

Un manifestante, leo en El País, confiesa haber ido a la manifestación a favor de la ley porque considera que “los empresarios apátridas sobran”. Yo diría que sobran los empresarios y punto, pero esto resultaría un comentario trasnochado y bastante iluso, teniendo en cuenta cómo está el mundo. No me interesa que un empresario se sienta patriótico, me interesa que un empresario sepa ver que el cine, como industria cultural, como bien de la humanidad, arte al fin y al cabo (aunque…esto es otro debate) justamente de lo que carece es de patria. Otro apunta a que “sólo les interesa el dinero” y no la promoción de una lengua. De verdad, vuelvo a repetir ¿quién se encarga de defender al cine en medio de todo esto?.

A aquellos que disfrutamos de él, aquellos a los que ir al cine constituye una especie de ritual, un lugar en el que sentirse a salvo, el único lugar en el que, yo personalmente, siento que nada malo puede ocurrirme, esta ley, estas reacciones, este tufillo político nos sobra. Quien ama el cine, sabe que parte de su encanto reside en sus actores, en su voz, la cadencia, la modulación. Es una herramienta fundamental en toda interpretación, sin la cual, simplemente se puede considerar que se ha entendido la película a medias, o es simplemente no se ha entendido. Yo quiero oír la voz de Clooney, saber si es americano o francés, saber si es un americano haciendo de francés o ni una cosa ni otra y eso ni con el doblaje en catalán o en castellano se puede saber.

¿De verdad nos interesa ver a George Clooney hablando en catalán?, ¿favorecerá esto la integración de los inmigrantes?, a 7€ la entrada de cine, ¿son muchos los inmigrantes que pueden permitirse ir al cine?, y , ¡no sólo los inmigrantes, leñe!, que al final siempre echamos mano de ellos cuando de política lingüística se trata. ¿Me voy a sentir más catalana si veo películas en catalán aunque esta este rodada en rumano?.

¿Por qué hacemos del bilingüismo un problema cuando es una verdadera virtud?. Yo, como catalano parlante, defiendo el derecho a ver cine en su lengua original subtitulada, pero sobre todo defiendo lo que de verdad tendría que empezar a defenderse, y es un cine de calidad, no importa sea en catalán, castellano o suomi.