Es bastante habitual dentro de la historia del cine, que las historias de amor se enmarquen en situaciones catastróficas, de terror o riesgo, sobre todo si hablamos del cine de acción más mainstream. Dentro del cine independiente está conjunción es más peregrina.
Monsters no es ni de lejos una película de acción mainstream, con una pareja protagonista que, a ritmo adrenalínico, va saltando obstáculos, o, en este caso, cosiendo a balazos a cada monstruo alienígena que se le ponga al paso. De hecho Monsters, aunque así nos la vendan en su tráiler, no es exactamente una película de invasiones alienígenas.
Corren por Monsters dos líneas discursivas paralelas: La primera y principal, el encuentro de la pareja Sam (Whitney Able) y Kaulder (Scoot McNairy) y su progresivo enamoramiento. La segunda la invasión alienígena, con un claro regusto a esas películas de serie B que Estados Unidos concibió bajo un estado de tensión permanente en plena Guerra Fría.
Empezando por la segunda línea ni que decir cabe que se produce un eco entre películas como Distric 9 o la recién estrenada Machete, sin olvidar ese eco más lejano que nos remonta a películas como Them (1954). Estas tres películas (aunque la más alejada en cuanto a género sea Machete) nos hablan exactamente de lo mismo: del miedo al otro, su desconocimiento y su rechazo absoluto. No es baladí que las tres ficciones ocurran en territorios conflictivos como Sudáfrica o México, dónde los conflictos raciales y el miedo a la expulsión están siempre presentes o han estado a lo largo de su historia. Los monstruos, que ellos llaman “criaturas” en un acto de despersonalización y desconocimiento absoluto, aunque hayan pasado 6 años de su llegada, son, efectivamente “los otros”, los mexicanos invasores a los que hay que censurar su entrada en Estados Unidos (recordando la polémica Ley de Arizona, como así también lo hace Machete), a los que hay que ponerles un muro de contención si hace falta y a los que hay que disparar sin pensarlo dos veces sin ni siquiera molestarse en saber por qué han venido, qué buscan y cuáles son sus intenciones.
Por otro lado, tenemos a los dos protagonistas, que, a su manera, son también dos alienígenas en tierra extraña. Él es un fotógrafo que deberá acompañar a la hija de su jefe a lo largo de la zona infectada para llegar a “casa”. Pronto se darán cuenta de que aquello que llaman casa ya no lo es tanto y que en realidad, a medida que se aproximan a ella físicamente se sentirán más alejados. No les espera nada que les haga felices. Su condición de extraños los acercará mediante diálogos intimistas, muy naturales, cercanos a Linklater o Mendes en su Away we go.
El clímax de su relación, llega justo cuando visualizan y penetran el muro de contención que rodea la frontera de EE.UU (ese muro que los protege, pero también los aísla y los enjaula). A la espera del rescate por parte del ejercito en una gasolinera abandonada aparecen dos “criaturas”. Una se alimenta de la corriente o de los rayos catódicos de la televisión de la estación de servicio (una crítica tal vez a la falsa utopía que ven los inmigrantes en la caja tonta), otra parece ir en su búsqueda. Ambas, temibles, parecen reconocerse, palparse, saludarse, incluso besarse afectuosamente, como amantes o como madre e hijo, antes de huir cada una por su lado, ante la inminente llegada del ejercito. Este saludos, “humaniza” a las criaturas, nos las acerca y nos la hace más comprensibles, al menos para Sam y Kaulder, que visualizan la escena pasmados, emocionados e incluso identificados con los monstruos, su soledad y su incomprensión del mundo que les rodea.
En resumen, una bellísima historia de amor en un marco hostil, alejada de las películas de invasiones extraterrestres al uso. Altamente recomendable.
Nombre: Monsters (2010)
Duraciòn: 94 Minutos
Pais: Inglaterra
Estreno: 29 de Octubre 2010 – USA
Director:Gareth Edwards
Guion:Gareth Edwards
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